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El bastón mágico

Writer's picture: virginiafilipvirginiafilip

Gangotri, India






Junio 2004

….el administrador del ashram aqui en Rishikesh tuvo que ir a hacer algunos negocios a Gangotri, un pueblo que queda muy arriba en los Himalaya y como nos hicimos amigos aproveché de viajar con él en transporte público. Es un lugar muy sagrado...bueno, por acá casi todos los son, pero este parece ser que es más todavía, porque ahí es donde nace el famoso río Ganges que irriga todo el norte de India.


A través de una carreterita estrecha y muy curveada uno sube dese Rishikesh que está a 300mt hasta los 3100. Fui en un viejo jeep con otros 9 hombres, todos hindúes, encaramada como perico en un asiento muy estrecho y muy incómodo, pero la vista de las montañas era espectacular; a lo largo de todo el camino nos topábamos con muchos sadus subiendo a pie, algunos ya muy viejitos y muchos descalzos.





En Gangotri hace bastante frio a pesar de que es verano y el Ganges baja retumbando entre las rocas muy bravo y muy helado y aun así la gente se baña en él porque dicen que si uno se mete en este lugar al río puede liberarse del karma... pues yo no pude meter ni un dedo porque sentía que se me congelaba y además soy demasiado escéptica, no creo que sea tan fácil liberarse así no más del karma! El pueblo es pequeño, rodeado de bosques de pino y enormes abetos y está lleno de ashramns y hotelitos; es un lugar de peregrinaje y la gente acude al templo principal donde se venera la figura de la diosa Ganga. Si uno camina por los alrededores puede ver muchas cuevas donde viven los sadus, algunas rocas tienen agujeros naturales que sirven como refugio y otras rocas más grandes están talladas con escaleras, puertas y ventanitas. Me imagino que desde hace miles de años los sadus han venido a meditar en estas cuevas y quizás es por eso que en este lugar se siente una energía muy especial.

Recorriendo el pueblo conocí a unos extranjeros que me invitaron a una expedición a pie hasta Goomuk, a ver el glaciar del cual nace el río. El problema es que había que caminar unos 19 km internándose hacia las montañas. Me costó decidirme, por un lado era una gran aventura, por otro el miedo a que mi cuerpo no aguantara.....la noche antes de salir escribí en mi cuadernito "me siento débil, me duele la cabeza, estoy mareada, sin apetito y tengo los labios todos partidos. Estoy en Gangotri y mañana pensamos caminar hasta Goomuk, a ver si lo logro. Compré lo que se necesita en los puestos callejeros, sweater, gorro, guantes y calcetines de lana, todo muy barato. Los extranjeros conocen a un sadu que nos guiará al glaciar,...algo me hace sospechar que la mayor parte de lo que me pasa es miedo, mañana lo sabré...."



Pude bastante bien con la caminata aunque el ultimo km valió por los 18 anteriores porque es la parte más escarpada y debido a la atura me costaba respirar. Se camina por un desfiladero que bordea el río, varios metros más arriba y es maravilloso verse rodeado de enormes picos nevados, que semejan catedrales enormes, la montaña más imponente es el Shivalinga de más de 6500 mt de altura, de la cual nace el glaciar y está ya muy cerca de Tibet, a unos 50 km. de distancia.

A lo largo del trayecto hay puestos de chai donde también venden algo de comer y gran parte de las personas con las que uno se encuentra son sadus o peregrinos......algunos van a caballo pero la mayoría hace el recorrido a pie y muchos en sandalias o descalzos a pesar del intenso frio. Las personas con las que me encontraba me regalaban una gran sonrisa y los saludos variaban dependiendo de los personajes: hari omm!, sita ram, sri raam, namaste!, namashkar. , hi!, hello!, hare krishna!, very good morning!!! o la típica pregunta directa de los que querían saber más de mí: ¿what country?


El recorrido se hace en dos días asi que nos quedamos a dormir una noche en uno de los mismos puestos de chai, ellos tienen colchonetas y unas cobijas gruesas. El segundo día al ir avanzando me empecé a sentir mal y cada vez más cansada, el sadu que nos guiaba se dio cuenta y me animó a seguir.

Era muy risueño, bastante joven, moreno y muy delgado y aprovechaba cada descanso para fumar hachís como la mayoría de los sadus. Él traía su proprio bastón y decía que estaba hecho de una madera proveniente de un árbol muy sagrado de India. Cuando vio que apenas podía con mi alma, se rió haciendo una broma sobre mi cara y me dio su bastón diciéndome que era un bastón mágico y que con el yo lograría llegar al glaciar.

-pero no se te olvide devolvérmelo al bajar!- me dijo, -es un bastón único y tiene mucho significado para mí!-




No sé si gracias al bastón o a la sugestión logré llegar a la meta, aunque bastante mareada. Justo en el sitio en que el río nace estruendosamente por abajo del glaciar, hay mucha gente intentando llenar botellas de plástico con el agua sagrada del río. Es un lugar muy peligroso porque la bajada es empinada y constantemente caen piedras o rocas. Yo bajé muy rápido al río que rugía con toda su fuerza solo para no quedarme sin tocar sus heladas y súper ultra puras y sagradas aguas.



Fue un gran logro el que a pesar de las dificultades por fin pude estar en los Himalaya, y especialmente llegar hasta donde nace este inmenso río que da vida a todo el norte de India y que en sus aguas lleva toda la carga del hinduismo, de los dioses y diosas, de la vida y la muerte.


En esa expedición hacia el glaciar de Goomuk me sentí como una peregrina, haciendo un viaje junto a tantos sadus para encontrar la fuente de la vida, la fuente de mi ser y para eso tuve que arriesgar mi seguridad. Con el bastón mágico pasó algo extraño…esas cosas que suelen pasar en India



El grupo de extranjeros se separó de regreso del glaciar, cada quien bajó como pudo. Yo me paré en un puesto de chai a descansar e intentar recuperarme…. Todavía estaba mareada y con dolor de cabeza asi que al seguir caminando olvidé ahí el famoso bastón. No me di cuenta de eso sino hasta mucho más abajo y ya no tenía fuerzas para regresar. Me sentí muy culpable con el sadu y me consolé pensando que quizás nunca lo volvería a ver, quien sabe dónde quedaría ese sadu entre esas inmensidades.

Regresé a Rishikesh por unos días y después me fui a viajar hacia otros lugares de India, a Dharamsala, Ladak y Dehli . Debido a problemas con mi boleto tuve que quedarme más tiempo del que yo suponía en India y decidí pasar los últimos días de mi estancia en India otra vez en Rishikesh.



El ultimo día fui a caminar por la orilla del río, llegué bastante lejos y me senté en una roca observando a un sadu en medio del río parado con el agua hasta las rodillas, inmóvil como una estatua… lo miré mucho tiempo y nunca se movió a pesar de que el agua estaba helada. Y así, mirando a ese hombre extraño hacer esas cosas extrañas, estaba despidiéndome de India y sus rarezas, sintiendo la nostalgia de saber que en occidente no vería esas locuras que me seducen y me tocan muy hondo. Porque no es el hecho de ver a un hombre parado en el agua lo que me atraía del sadu sino el saber que lo estaba haciendo para contactar con la divinidad, que en ese momento él estaba más allá de todo eso que para nosotros es tan importante: la seguridad, el celular, el prestigio, que a él solo le interesaba estar en comunión con el flujo de la Existencia.

Dejé al hombre parado inmóvil en el río y seguí caminando; por ahí cerca había un puestecito de chai, era solo una chocita muy humilde pero algo me hizo entrar allí y pedir un chai…mi último chai. Estaba saboreándolo lentamente cuando sentí que alguien a mis espaldas me miraba. Ese alguien se sentó a mi mesa y al levantar la mirada me sorprendí enormemente de ver a mi amigo el sadu, el que me llevó al glaciar y que con una sonrisa enorme y con sus ojos pícaros y brillantes me estaba preguntando -¿Viki, y dónde está mi bastón mágico?-

Nos saludamos con cariño, nos pusimos a platicar y en su escaso vocabulario inglés me contó algo de su vida, de sus andanzas y de su pobreza. Finalmente yo me disculpé como pude por lo de su bastón y cuando le ofrecí 300 rupias por él se le iluminó la cara!….en India uno nunca sabe si eso fue mucho o muy poco por el bastón mágico, mi mente occidental con esa tendencia a la justicia quedó con la duda, una duda estúpida porque aunque hubiese sido un simple palo sin valor, su precio real consistía en que me ayudó a llegar a la meta!

¡Cómo me cuesta percatarme de la estrechez de mi mente! de esa tendencia a siempre buscar lo que es justo y no justo, lo mío y lo que no es mío, esa mente que dice saber cómo deben de ser las cosas. Solo cuando me enfrento a otras formas de ver la vida y de ver el mundo puedo captar esa rigidez mental más claramente.

Recuerdo que en Gangotri mi mente occidental tuvo que pasar otra prueba. Poco antes de irme me encontré con un sadu muy viejito de larga barba blanca sentado a la orilla del río. Dibujaba absorto en una hoja de papel al dios Hanuman, el dios mono, y lo hacía en forma muy extraña. Iba rellenando el interior de la figura con la palabra Ram, (Ram es uno de los tantos nombres para Dios) escribía con mucho cuidado y con letra muy pequeña, además usaba diferentes colores que le daban a la figura los detalles interiores de su forma. La pintura era de tamaño doble carta y por lo tanto el mantra Ram estaba escrito una mil veces en ella. Cuando vio que me acerqué a observar su trabajo, sacó de su bolsa una sábana muy grande donde había cosido unas 30 pinturas como la que estaba haciendo, pero con otras figuras: aves, elefantes, dioses y diosas...todas ellas rellenadas con el famoso mantra. Extendiendo la extraña sabana sobre el suelo para que yo la viera me decía emocionado -Gift to Ganga, gift to Ganga!-Viendo que yo no entendía lo que me decía, otros sadus que estaban sentados ahí cerca me explicaron con señas de que su intención era regalar esa sabana a Ganga.... ¡se la iba a dar como una ofrenda a la diosa, al río! es decir así no más, iba a tirar a ese río embravecido todo su trabajo, todas sus hermosas pinturas que con tanto esfuerzo había ido rellenando con la palabra Ram. Me quedé muy impactada y me pregunté si yo sería capaz de lanzar todas mis pinturas a un río, así nada más. ... bueno, aunque tengo que reconocer que ese no era un río cualquiera!

A mi mente occidental estas situaciones la sacan de su lugar, de alguna manera le ayudan a romper su estructura! Y al igual que el hombre parado en el río, no me cabe la menor duda de que hay algo sumamente valioso en eso, simplemente me bastó ver la cara de éxtasis del viejo sadu, se veía tan feliz y orgulloso de lo que hacía porque en el fondo sabía que al darlo todo recibía todo!

A través de estos encuentros voy entendiendo porque hay personas a las que les atrae tanto India, aquí se abren ventanas a otras formas de percibir la realidad, a otras posibilidades de vivir la vida. Las personas que pueden desprenderse de lo que tienen, de lo que son, de su imagen, tienen un atractivo muy especial, se ven ligeros, inocentes, alegres… pareciera que son dueños de todo, porque en realidad no tienen nada que defender. Como dicen los budistas, estas personas están en este mundo pero no son de este mundo.


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